Hasta ahora no entiendo que Remoraid evolucione en Octillery. |
No voy a decir que esperamos a que un chimpancé con corbata michi y camisa entre por la puerta, pero estoy segura que muchos humanos se decepcionan al saber que no pueden esperar del chimpancé más que el uso de herramientas y sus gestos chistosos. "¿Esto es inteligencia?" se preguntarán muchos.
Durante años, hemos buscado animales que nos hagan recordar a nosotros, acaso en un gesto un poco egoísta, pensando que la inteligencia solo podría manifestarse en seres con dos piernas, dos brazos, caminar algo erguido y ojos frontales.
Pero los animales que han puesto esta teoría de cabeza han sido unos invertebrados, los que menos esperábamos de toda la gama de animales que existen. Porque no nos sentiríamos mal si un ave fuera nuestra rival, o bueno pues, un reptil. ¿Pero un invertebrado? Habrase visto, ¡qué tal atrevimiento! ¿Acaso no eramos los preferidos de diosito?
Pues no. Todo indica que el animal sorprendentemente inteligente es... el pulpo.
Sí, el pulpo. Ese que al olivo sabe espectacular y que, para colmo de males, es exquisito a la parrila. Maldito pulpo. Tan delicioso y tan inteligente. ¿Lograré que dejes de comer pulpo luego de esta entrada? Hasta yo tengo sentimientos encontrados.
Destruyendo experimentos desde tiempos inmemoriables y otras travesuras
Uno de mis memes 100tifikos favoritos es esa imagen del artículo que dice que un grupo de investigadores no puede tener resultados concluyentes porque su ratita es una conchuda (cita no tan textual, porsiaca, pero utilizan la palabra asshole). La verdad es que nunca investigué qué tan real era esto, pero lo curioso que encontré en mi pequeña divagación por Internet es que los pulpos tenían varias historias parecidas.
Según un artículo de The Guardian, un libro publicitado en dicho artículo contenía anécdotas memorables de pulpos frustrando experimentos:
Charming anecdotes like this abound in Godfrey-Smith’s book, particularly about captive octopuses frustrating scientists’ attempts at observation.Evidentemente, para evadir la ley del ser dominante, hay que tener cierto talento y una pizca de travesura. Algo que normalmente pensaríamos de un panqueque rebelde con mohicano, pero quizá no de nuestros moluscos amigos.
Curiosamente, algunos investigadores describen que esta es la razón por la cuál trabajar con pulpos es tan difícil. ¡No quieren hacer los experimentos!
Entre otras aventuras curiosas de octópodos, tenemos a pulpos usando cascarones de coco para protegerse, y hasta un pulpo en un acuario al que le encantaba disparar agua al circuito eléctrico y causar corto-circuitos.
Una inteligencia particular
Al inicio de la entrada dije que no solíamos prestarle atención a las inteligencias distintas. Esperamos que la inteligencia se manifieste como nosotros la vemos todos los días: en forma humana o parecida a la misma.
Pero los pulpos (y, en general, los cefalópodos, aquellos con cabeza y patas según lo que me dice mi griego) son muy distantes a nosotros. ¿Cómo así lograron aprender de cortos circuitos y jugarle bromitas a investigadores? ¿Cómo así el pariente de un caracol (animal tremendamente lenteja) anda jugueteando con humanos?
La respuesta estaría en su evolución. Según un artículo publicado en Cell el año 2019, una de las razones más importantes del desarrollo de una inteligencia envidiable sería el haber perdido su concha. Verán, una de las características de los moluscos para ser considerados como tales, es tener concha. Pocos moluscos no la poseen. En lo que se refiere a terrestres, por ejemplo, conocemos a las babosas. Y, en el mar, tenemos a los cefalópodos. Ojo que la concha no se esfumó, simplemente se redujo a un tamaño insignificante.
Al quitar una parte de protección, a los cefalópodos no les quedó de otra que mirar otras habilidades en sí mismos. Digamos que ahora la presión de los depredadores era intensa, lo cuál no les permitió poder tener vidas tranquilas. Y sí, los cefalópodos viven vidas intensas, cual rockeros de los 70s en metanfetaminas.
El panorama no pintaba bien. Con un tiempo de vida reducido, los cefalópodos tuvieron que hacerse un Mark Anthony con su papá (que le dijo que era feo así que mejor vaya desarrollando la personalidad), y los pulpos decidieron que sí, estaban feos sin su concha protectora, pero había que invertir los frejoles en otra cosa. Decidieron ponerlos en inteligencia.
Ahora, esta historia sería bonita, si no fuera porque poco después de escribir eso, me entero que hay otro artículo dónde estos autores se quieren mechar con los anteriores, diciendo que hacerte inteligente es algo que demora. Y demora mucho. La teoría de que la concha fue determinante en la inteligencia de los cefalópodos no era tan consistente porque estos animales perdieron la concha muy recientemente como para que a partir de ahí hubieran desarrollado su intelecto.
¿Conclusión? Empezaron a ser inteligentes mientras tenían aún su concha. Simplemente, la pérdida de la misma fue un mega empujón a más inteligencia. Así que la analogía con Mark Anthony persiste (lo cuál es bueno porque no la quería borrar).
La implicancia de algo así es brava. Estaríamos hablando de una inteligencia que no sigue la ruta primatoide que todos suponíamos, y que la inteligencia es posible en otra rama de la vida, que no necesariamente cuente con pulgares.
¿Qué les impide dominar el mundo?
La respuesta corta es su tiempo de vida y su aún no tan evidente capacidad social.
Aquí entraré un poco en una discusión algo personal (basada en una respuesta en Quora... si, si sé, debería de ser más 100tifika, pero la respuesta de Quora está bien redactada y es un tema que he hablado mucho en el pasado en los clásicos chifitas tertulias con mis amiwis... y sí, de eso hablamos). Pero luego de un tiempo de reflexión, solo se te pueden venir a la cabeza un par de ideas cuando piensas en la civilización humana: Vivimos un buen tiempo y tenemos el lujo de traspasar el conocimiento a nuestros herederos. Naturalmente, eso preserva un sentimiento cultural y de comunidad.
El gran problema de los pulpos es que muchos viven, en promedio, dos años. Es un poco difícil acumular años de sabiduría y pasarlos cuando vives la vida tan rápido. Y, hasta hace poco, aparentemente, solo se unían para aparearse y aprovechar en comerse a sí mismos (para que vean que ni un pulpo se resiste a un cebichito mixto). En este último punto hay que admitir que nuevas investigaciones demostrarían que tampoco son tan antisociales, pero ya veremos que dice la ciencia después.
Ese fue el problema que quise embestir con OctoPI. A través de los recursos imaginativos, creé esta sociedad dónde era posible que los humanos hubieran editado a los pulpos de tal forma que pudieran vivir más, siendo este el empujón a que empiecen a adquirir características sociales y, eventualmente, sean parte de la especie dominante junto al ser humano.
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